quarta-feira, 22 de setembro de 2010

Chau Lula: La felicidad no tiene fin

É preciso ler El Clarin para saber o que se passa em Pernambuco. O Brasil não passa na tela da Globo. Que falta faz a imprensa livre, que falta faz ler uma matéria que não foi comprada, barganhada, trocada por compras milionárias de assinaturas ou publicidade... Pena que isso seja tão raro por aqui.

A tres semanas de las elecciones en Brasil, Clarín recorrió el emblemático estado de Pernambuco, que salió de la miseria en la presidencia de Lula, autor de una transformación social sin precedentes.
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Los empresarios apoyan en un porcentaje muy alto al gobierno del socialista PT. Tomo una caipirinha con el constructor Manoel Nunes en el bar Central del barrio de Santo Amaro. Él cuenta que está levantando 1.500 casas en tres pueblos alrededor de Recife y que nunca antes hizo tan buenos negocios. “Cuando Lula llegó al gobierno, la verdad es que teníamos miedo. Pensé que era un loco izquierdista. Pero poco tiempo después me di cuenta que era un gran líder y muy centrado. Comenzó a dar crédito y muchos trabajadores salieron a buscar casas. El negocio creció a una velocidad increíble. Hoy tengo 1.000 personas trabajando directa o indirectamente conmigo”, dice. Se refiere al financiamiento inmobiliario que en los primeros seis meses de este año sumaron 3.400 millones de reales, unos 2.000 millones de dólares.

Nunes también habla del desarrollo en el interior. Voy a comprobarlo. Hago 250 kilómetros por la ruta 232 hasta Arcoverde y doblo en la 424 para pasar por Caetés, el pueblo donde nació Lula, y luego retornar por Garanhuns hacia Recife. Hasta hace 20 años esto era un desierto. Millones de personas escapaban de la pobreza y se iban a San Pablo, la gran ciudad industrial del país. Hoy, esta geografía se modificó. Un acueducto que traspasa la zona hizo posible que se desarrollara la agricultura. Y a su alrededor florece una agroindustria de nivel internacional gracias a los incentivos que dio el gobierno para zonas desprotegidas. A esta región, que era históricamente la más desprotegida, se le transfirió más riqueza que a cualquier otro punto del país. El sertao pernambucano está desconocido. Y no es sólo agricultura. El puerto de Suape ya tiene 70 grandes compañías internacionales trabajando allí; construye más de 20 barcos y levanta una refinería impresionante junto a capitales venezolanos.


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